El agua para los ravioles
Estoy sentada entre luces rojas y charlas que me exasperan. Pasas a unos metros y te reconozco de entrada. Por instinto mirás para donde estoy. Es que años atrás solíamos sentarnos ahí. Hace unos días intercambiamos palabras digitales. Me hiciste emocionar, y yo a vos. De repente, nos encontramos en una esquina. Caminamos, sin tocarnos, de Núñez hasta el centro. Me dijiste que presentías que ibas a cruzarme ese día, y así fue. Llegamos a mi casa y nos despedimos con distancia. Hace tres años nos conocimos, y dejame decirte, todavía nadie me inspiró a usar ese modo de querer. Te pedí un consejo, y me lo diste. Si pudiera, si estuviera naturalizado, eligiría seguir viéndote todos los días. De Vidt hasta Larrea y de ahí directo a Repetto. Me animaría a bailar en la calle y andaría en bicicleta de noche. Me pondría la mochila sin dartela hasta que me ganes por cansancio. Pediría comida en La Casita China y te esperaría sentada en la parada del Alto Palermo hasta que ...