Entradas

Mostrando entradas de abril, 2020

Blanca, blanquita

Imagen
Hace un tiempo que releo una y otra vez las mismas líneas, que miro una y otra vez el mismo canal, que te busco entre la gente en los pasillos. Hace un tiempo que ya no recuerdo tu voz. Dicen que es lo primero que te olvidas de una persona. Me quedaron cuatro anillos, te faltó el quinto, promesa de mis 15, y una foto. Recuerdo cuando me la regalaste, no entraba en ningún marco que pudiera encontrar en casa. Tu casa quedaba en Adrogué. Subí y bajé de muchos trenes para llegar. Te gustaba amasar tallarines y hacer un postre de frutillas. Almorzábamos siempre en tu patio.  La tía Titina no paraba de gritar y su marido, de quien no recuerdo su nombre, pero tenía dientes de conejo, la miraba desorbitado.  De chica me llamaban la atención tus manos, tu prolijidad, tus uñas pintadas de color rojo, pero nunca me propuse imitarte porque me las como desde que tengo uso de razón. No sé en qué creo y en qué dejé de creer hace rato, pero a veces hablo pensando...

Clase de apoyo

Imagen
Nunca fui bueno en matemáticas. Nunca fui verdaderamente bueno en algo, no tengo fanatismos, solo disfruto de muchas cosas.  Creo que era abril, se venía el primer examen del Instituto. Mi mamá siempre preocupada para que no me lleve materias, su sueldo se iba de lleno en mi educación.  Esta vez una tal Mónica, ya había pasado por un amplio historial de profesores de apoyo. Casas de todos los tipos, repletas de ruidos, teles encendidas y niños en plena adolescencia.  Me acompañó mi mamá, dejé la bicicleta en frente y mientras la ataba vi a un chico de mi colegio. Supe que era un año mayor pero no recordaba a que división iba.  « Por favor que no entre a la misma clase que yo »  pensé.  Estaba muerto de vergüenza, si mi mamá no habría estado ahí conmigo, me habría ido.  Entré, éramos 3. Estanislao, Mónica, él y yo.  Estanislao siempre me pareció un imbécil. De esos niños insoportables. No paraba de hablar y yo cada vez entendía menos....

El viaje que nunca existió

Imagen
La ruta que impregna en el campo, el gris que se pega a el verde, no veo los colores mezclándose, ni siquiera en el arcén. ¿Vos y yo? ¿Cuánto hace que nos conocemos? ¿Cinco minutos? Probablemente. Jugo de uva, sanguchitos de miga, no me cagaste la vida.  Escribirte es como escribirle a un mantel color pastel, no me genera mucho por decir.  Tu camioneta es negra, nunca tuve auto, me siento especial. Entre Ríos, un castillo, un tiro, la gente se muere. ¿Qué sentís? No puedo descifrarte, y soy buena descifrando gente. Quizá por eso no conectamos, quizá por eso no te reconozco. ¿Acaso te vi la cara alguna vez? No lo creo.  Viajamos horas, se tomaron de la mano, fuimos al supermercado. ¿Pretendemos ser una familia? Lejos estamos de eso.  Veo la ilusión en el rostro de ella aun que voy sentada atrás, puedo sentirla. Perdóname, no va a durar para siempre. ¿Acaso los adultos no se dan cuenta que cuando hablan en códigos igual entendemos? Deberían saberlo, así s...