Penúltimo Capítulo: Yo, Ello y Superyó
El Yo mediador:
Y una vez todo les pareció demasiado. Se tiraron en el pasto y cerraron los ojos. ¿El resultado? Colores. Rojo como cuando el sol te pega en el párpado. Sus párpados, blancos con pequeñas grietas moradas de las venas que se le ven a diario. Creía que iba a ir al infierno si cerraba los ojos y veía rojo. Los abrió, los volvió a cerrar, ahí estaba, negro. Negro, el vacío, la cueva, la oscuridad. Oscura como su alma y su imposibilidad de sentir.
¿Su alma? ¿Tendrá alma?
Alma: Entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.
Evidentemente si, si tiene.
Se sintió libre, inocente, relajado. Como un perro. Pero de pronto, ahí estaba, su sombra.
El Superyó dependiente:
- ¿Por qué te levantas?- Expresó.
Pero él no lo miró, se paró y comenzó a caminar entre las hojas.
El Ello deseoso:
No quiero volver, quiero seguir. Amo la sensación de estar libre, sin sonidos. ¿Por qué lo arruina todo? Lo odio, lo detesto, lo repudio. Porque no puedo dejarlo sólo, porque tengo que estar ahí para cuando se despierte, cuando explote su estúpida burbuja que parece saberlo todo. No escucha, no me escucha, no me mira. no ve.
El Superyó dependiente:
Corro hacía él, está caminando por la ruta entre los árboles. ¿Qué está haciendo?. Me quiere dejar sólo. No jamás, él jamás haría eso. Es que me ama, me ama demasiado.
Lo alcancé.
Me paro enfrente, toco sus mejillas, el pelo que se le entrecruza. Adoro su pelo, y más cuando le pega el rayo del sol y le deja un brillo dorado que no me preguntes por qué pero tus ojos, tu mirada, todo, absolutamente todo, cambia.
- Te amo. - Le dije.
El Yo consciente:
Le saqué las manos de mi alrededor, me asfixia. Ya no puedo más, se lo voy a decir, estoy a punto de decirlo. Su mirada me disgusta, llegó a darme asco, quiero correr en la orientación contraria, lo odio, te odio. Me perdí, me perdiste.
- Yo también.
¿Por qué miento? No me castigues, perdón.
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El yo
Instancia psíquica actuante que aparece como mediadora entre las otras dos. Intenta conciliar las exigencias normativas y punitivas del superyó así como las demandas de la realidad con los intereses del ello por satisfacer deseos inconscientes. Está a cargo de desarrollar mecanismos que permitan la obtención del mayor placer posible, pero dentro de los límites que la realidad imponga.
El superyó
El superyó es la instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica. Para Freud, surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales. Así como a partir del ello se originaría el yo, dentro de él nacería más tarde el superyó, consistente en el relicto de la etapa en la que el individuo no ha superado aún el desamparo infantil y se mantiene todavía en estrecha dependencia respecto de sus figuras parentales.
El ello
Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en la expresión psíquica de las pulsiones y deseos.
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